Suelen indicarme con el dedo índice por la calle y decirme que perdí la cordura aquel día.
Estoy majara por el único motivo de que viví la vida sin frenos , rebase a todos que se cruzaron y me olvidé de razonar ¿Qué es eso? Para mi razonar se acerca más a la sosedad.
Fui un hombre divertido con una facilidad de hacer reír a la gente con mis chistes sacados de la manga cuando no sabia lo que decir como por ejemplo: en situaciones que resultaban incomodas.
El reloj que estaba encima de la repisa de la chimenea Hace años que sus manecillas no se mueven no porque este roto sino que las pilas las quite ese día de noviembre.¿La culpa fue mía? Puede que yo fui el causante y el peso de la culpa pesa tanto en esta alma vieja… ¿Mis hijos? no se nada del varón pero si de la pequeña desde que averiguo donde vivía y me agrada verla aparecer junto con su marido un día cada semana con mi nietecita. Sé que tienen miedo y no quieren dejarme solo con la niña ¿ Soy un pederasta? No ,por dios ,no penséis eso de mí sino fue un buen hombre en mi juventud que se junto con malas compañías y fue tan endeble que se dejo arrastrar hasta el hoyo pringandome de barro. Abandone a mi mujer y a mis retoños a una edad muy temprana. Me arrepiento de mis fallos. Extrañe a mi familia, a mis amigos de verdad y volví a mis raíces.
Todo ser humano empezamos a cierta edad a extrañar nuestro pasado lo que perdimos por el camino sobre todo la gente que ya no está, por diversas circunstancias, contigo.
-Preciosa, mira a ver si alcanzas y le pones las pilas al reloj- le revuelvo los cabellos dorados y les deposito con cuidado las pilas en la manita cerrándosela.
-Si llegare, yayo. Soy muy alta- se le dibuja una sonrisa picarona en la cara.
Intenta coger torpemente una silla y opta por desplazarla arrastrándola hasta el lugar.
-¿Yayo, sabes que día es hoy ?- la veo como apoya en su pecho el mediano reloj y sin bajarse de la silla va a ponerle las pilas.Me siento mal es tan pequeña…
-Deja preciosa ya lo hago yo mismo.
-¡No! Yo puedo ponerle las pilas. ¡Soy muy fuerte Yayo!
Y en mi mente vino la imagen de mi niño llevando consigo la caña de pesca que hacia mas bulto que él, solo 5 añitos la edad mi nieta. Se me escapa una risa.
- Puedo llevarlo solo ¡Soy muy fuerte, Papa!-con una gran fuerza de voluntad lo intentó elevar y con orgullo lo deposito en el suelo de la cocina. Arrastras lo llevó desde la cochera.
El reloj volvió a funcionar. Tic , Tac , Tic, Tac. Me senté de nuevo en el sillón y acomode la espalda. Que gusto volverlo a escuchar.
Olfatee el ambiente un olor a un perfume de vainilla acompañado a un olor de un bizcocho.
-¿Yayo sabes que día es hoy?- la misma pregunta que no entendía ¿Qué día es hoy? Un día cualquiera ¿no?
-Papa
Mis ojos se perdieron en ese bizcocho de chocolate que sostenia con ambas manos mi hija, desprendía el mismo olor dulce que hacia mi mujer decorandolo con unas frondosas fresas. Los ojos de mi hija estaban brillantes ¿Por qué ? ¿Es que lo sabían? Junto a ella su marido que tuvo que sostener las manos de mi hija porque le temblaban.
-Papa.
Me sobresalte al verlo aparecer detrás de ellos. Mi nieta alzo sus pequeñas manitas para coger el cuchillo que su padre le ofrecía.
No podía apartar mi mirada sobre su rostro había cambiado mucho.Se parecía a mi a su edad y no era por aludirme. Lo abrace. Sentí que paso de estar rígido a relajarse entre mi abrazo y me lo devolvió.
Esa noche estaba que explotaba de alegría. Me pusieron unas de mis películas favoritas "Río sin retorno" protagonizada por Marilyn Monroe, una mujer que aunque aparentaba felicidad en el fondo estaba muy sola. Algo parecido a mi. Pero ya no. El bizcocho que sobraba menos de la mitad en mis manos estaba, no le dio tiempo a volver al platito y termino en mi boca.
¿Qué celebrábamos? Hoy celebrábamos mi reencuentro.
La muerte compartiendo lo que te gusta con los que mas quieres es demasiado digna y dulce para un hombre tan estúpido como yo.
Que ellos me hayan perdonado es el mejor regalo aunque seguiré sin perdonarme yo mismo ya que a pesar de todo lo que hice, mi mujer me amaba tanto que esperó mi llegada hasta el final de sus días.
