Esta sentada en su cama y le surgen las lagrimas. Entre sus manos tiene unas fotos. Hace ya unos años. Las mira todas las noches. Siempre se detiene en su favorita y revisa cada pequeño detalle. En esa foto esta congelada la imagen de dos niñas que sonríen de oreja a oreja las han pillado con las manos en la masa, estaban en la cocina con un delantal puesto y jugando a ser pasteleras. Menos pasteles han ensuciado la cocina. Ellas están con las manos en fase de llenarse de chocolate hasta los ojos. Unas niñas inocentes ajenas de los que les iban a destinar el futuro.
Una vez esa foto compartía su habitación estaba colgada en la pared. Desde que lo quito hay un hueco en ese lugar que no puede sustituir por nada igual que una espina en su corazón que no va a poder rancar. Pero no esta llorando de melancolía por esos tiempos alegres sino de decepción.
Ha aprendido que no te puedes fiar ni de los que conoces desde hace muchos años tienes que estar con los sentidos alerta porque en cualquier momento que des la espalda te pueden apuñalar varias veces hasta que tu alma se desangre dolorida.
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