martes, 22 de marzo de 2011

Donde nos lleve el viento

Entre sus pequeñas manitas le coloco los palillos que sostenían el hilo que mantendría en una posición correcta el vuelo de la cometa. El niño se quedo alucinado como ese artefacto pesado, que su abuelo cuidadosamente saco del maletero y lo puso en la húmeda hierba asegurándose que estaban es un espacio amplio, se fue elevando despacito del suelo por la fuerza del viento hasta volar.

El niño tenia los ojos abiertos apunto de salirse de las orbitas y su boca entreabierta, su abuelo que estaba justo detrás de él sosteniendo sus manitas, las movió para poder doblar los palillos y así arquear la cometa para mantenerla estable. El niño sonrío de oreja a oreja, e intento hacerlo solo. Puso todas sus pocas fuerzas para mantenerla al vuelo. Su abuelo lo aplaudió con orgullo, aunque eso ya para los niños de ahora no era su hobby. Su cometa, que tantos años tenía y había arreglado, seria un regalo, un recuerdo para su nieto.

Recogió todo y sujeto a su nieto de la mano que lo miraba decepcionado, quería jugar más rato con la cometa. El le dijo que volverían mañana a la misma hora con más tiempo.

-¿Dónde iremos abuelo?

-Donde nos lleve el viento.


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